Cecilia de 65 años de edad es la dueña de una pequeña empresa familiar, y se enfrenta ante un problema común en este tipo de empresas; le subió el sueldo a uno de sus hijos debido a que consideraba que lo merecía por su desempeño dentro en la empresa. Pero Cecilia está temerosa de que sus otros hijos se enteren y le reclamen que les pague igual, por lo que le advirtió a su hijo: “No le digas a tus hermanos que te aumenté el sueldo, porque van a querer que a ellos les aumente también”.

Cecilia ha caído en uno de los obstáculos principales que las empresas familiares enfrentan durante los cambios generacionales. Como ella teme que sus otros hijos se enteraran de lo que había hecho, se ha dejado influenciar por esta preocupación a la hora de tomar una decisión. Ella consideraba que tenía que tratar a sus hijos de forma igualitaria. Este temor se convirtió en una atadura que ella misma se impuso y que no le permitía actuar libremente en una decisión que sólo a ella le correspondía tomar, y así se sometió a lo que sus otros hijos podrían pensar. Estas ataduras emocionales autoimpuestas, aunque comunes en todas las familias, tienen un efecto muy particular en la vida de todas las familias empresarias. También influye en la forma en que trabajan juntos y generalmente les lleva a consecuencias que tarde o temprano dañan tanto a la familia como a la empresa. Veamos a continuación otras consecuencias posibles y qué es lo que se puede hacer para remediarlas.

En el caso de Cecilia, el creer que se debe dar a todos los hijos por igual puede resultar contraproducente para las intenciones de unidad familiar que tienen las figuras paternas. Cecilia necesita darse cuenta primero, que ella de ninguna manera tiene obligación de tratar a sus hijos de la misma manera y que lo que les regale a sus hijos proviene de un acto de generosidad y no del cumplimiento de un deber.

HAY CASOS EN QUE LAS MADRES DEFIENDEN DECIDIDAMENTE EL PATRIMONIO DE SUS HIJAS.

EN ESTA ATADURA TIENE QUE VER TAMBIÉN EL PAPEL QUE HA JUGADO LA MADRE EN EL DESARROLLO Y CRECIMIENTO DE LA EMPRESA, YA SEA AL PARTICIPAR ACTIVAMENTE EN SU OPERACIÓN O AL ASEGURARSE DE QUE LAS COSAS EN LA CASA ESTUVIERAN BIEN PARA FACILITAR EL PROCESO EMPRESARIAL DEL MARIDO.

Con su actitud, la misma Cecilia está fomentando que sus hijos traten de sacar ventaja sobre sus hermanos y que la confianza que se debe fortalecer entre ellos se debilite. En la misma categoría cae la creencia de que a todos los hijos se les debe dar una casa, un viaje, dinero, beneficios y regalos a todos por igual. Para resolver esta situación de manera efectiva, se debe dejar en claro a los hijos el por qué de lo que reciben, ya sea un sueldo por el trabajo que desempeñan, beneficios por generosidad de los padres por ser miembros de la familia, o dividendos porque son accionistas de la empresa y por ende es su derecho legal. Tener esto claro los ayudará a limitar sus exigencias a lo que realmente les corresponde. De hecho, los padres están en un gran riesgo de ocasionar un daño a sus hijos y sus relaciones con y entre ellos si siguen la política de darles a todos por igual. Cada padre debe reconocer en sus hijos sus cualidades y defectos y con base en ello, diseñar las múltiples estrategias individuales que seguirá para apoyarlos.

Una segunda atadura  emocional autoimpuesta es la relacionada con el género de los hijos. Entre los diversos casos que hemos atendido, están aquellas familias que tienen la noción que “las mujeres no deben trabajar en la empresa”, o de aquellos padres de familia que piensan: “yo me encargo de darle a los hijos varones oportunidades de que sean buenos proveedores para sus propias familias, pero en el caso de las mujeres, son sus maridos quienes deben preocuparse por la parte económica”. Esta atadura es de las más difíciles de resolver, ya que cuenta con partidarios en ambos géneros, no solamente en el lado de los varones. Hay muchos casos en que las mismas mujeres lo fomentan y aceptan. Pero también hay casos en que las madres defienden decididamente el patrimonio de sus hijas. El papel que juega la madre en el desarrollo y crecimiento de la empresa influye mucho en esta atadura, ya sea al participar activamente en su operación o al asegurarse de que las cosas en la casa estuvieran bien para facilitar el proceso empresarial del marido. Si la madre tiene la noción de que su papel ha sido menos importante o nulo ante lo que se ha logrado en la empresa familiar, estará en desventaja para apoyar a sus hijas y deberá entonces revaluar su propio papel dentro de la empresa y su propia familia. En todo caso, toda la familia tiene que tener muy claro qué es lo que desea lograr tanto como familia y con su empresa, para que a partir de ello se considere a los mejores candidatos, hombres o mujeres, que puedan hacer realidad ese sueño.

Una tercera atadura autoimpuesta que puede tener graves consecuencias tanto para la empresa, como la familia es pensamiento de: “todos deben ser copropietarios en el legado familiar para que se mantengan unidos”. Tomemos como ejemplo el siguiente caso real: En una ocasión, un propietario de empresa que estaba en su proceso de sucesión comentaba: “a los hijos debemos ofrecerles la empresa como un proyecto en el que ellos tengan la opción de evaluar y decidir si entran o no”. Los hijos tienen muchas opciones para su vida. En algunos casos consideran la empresa como una opción, pero en otros casos no sucede así. Los padres deben presentarles a los hijos la posibilidad de participar en la empresa familiar, pero en “paquete completo”, esto es, con derechos y obligaciones. Esto llevará a los  hijos a hacer un análisis serio, determinando pros y contras, verificando otras alternativas y llegando a la decisión si les conviene o no participar en la empresa familiar. Ningún miembro de la familia debe ser incluido contra su voluntad y nadie que no pueda trabajar constructivamente con sus socios debe ser incluido, aunque este individuo lo desee. Piense qué es lo que quiere lograr al transferirles la empresa a tus hijos y, con esto en mente, elimina las opciones de sucesores hasta llegar a su decisión final. En este texto se ha presentado sólo algunos ejemplos de ataduras autoimpuestas que matan la empresa familiar, pero existen muchas otras que dificultan tanto el desarrollo y crecimiento de la empresa, como las relaciones familiares. Cualquier miembro de la familia que tiene creencias de este tipo, poco a poco irá arraigándolas más, lo que empeora las cosas, y hasta puede influir a otros miembros. Si su familia sufre de alguna de ellas, es tiempo de reflexionar y de hacer un cambio para que todos los miembros de la familia se comprometan realmente con el éxito de la empresa. Si no las padecen todavía, es mejor poner las bases para prevenirlas y que no se presenten en un futuro.