En su homilía de Año Nuevo, el padre Armando De León compartió un mensaje profundo inspirado por el deseo del Papa Benedicto XVI: vivir un año de paz y esperanza. Explicó que la verdadera paz, la “Shalom” hebrea, es un estado de armonía integral: contigo mismo, con los demás, con la naturaleza y con Dios. Pero también señaló algo fundamental: la paz se construye, especialmente en tiempos difíciles, y es responsabilidad de cada generación trabajar por ella. En el ámbito de las familias empresarias, este mensaje encuentra un eco natural. A lo largo de nuestra experiencia como consultores, hemos comprobado que los mismos pilares propuestos en las encíclicas papales para construir la paz, son exactamente los pilares que permiten a una familia trabajar unida y con serenidad dentro de su empresa. Estos pilares son cuatro: Verdad, Justicia, Amor (Perdón) y Esperanza. A continuación, exploramos cómo cada uno de ellos puede aplicarse de forma práctica en la empresa familiar.

1. Primer Pilar: Hablar con la Verdad

La mayoría de los conflictos familiares dentro de la empresa no proviene de la falta de comunicación, sino de la falta de comunicación adecuada y veraz. Hablar con la verdad crea el elemento más valioso dentro de una familia empresaria: la confianza.

Preguntas clave:

  • ¿Puedo confiar en que la información que recibo de mis familiares es cierta?
  • ¿Pueden confiar ellos en que cumplo con lo que digo que haré?

Cuando la desconfianza aparece, la paz desaparece. En la empresa, esto se traduce en costos ocultos, menor productividad y pérdida de rentabilidad. Hablar con la verdad:

  • Fortalece la relación entre hermanos y socios
  • Educa a las siguientes generaciones para ser buenos familiares y buenos accionistas
  • Construye un ambiente seguro y productivo.

Si deseamos que nuestros hijos trabajen juntos en paz, deben vernos hablando siempre con la verdad.

2. Segundo Pilar: Tratarse con Justicia

El padre Armando decía: donde hay injusticia, la paz se rompe. En la empresa familiar, la percepción de injusticia es uno de los detonantes más fuertes de división. Y aquí aparece un reto: cada persona tiene su propia definición de lo que es justo. Por eso, la justicia en la empresa familiar debe construirse con reglas claras desde el inicio.

Esto incluye definir:

  • Roles y responsabilidades de cada miembro.
  • Compensaciones e ingresos correspondientes a cada rol.
  • Indicadores de desempeño para evaluar objetivamente el trabajo de cada familiar.

La justicia consiste en dar a cada quien lo que le corresponde, según lo acordado. Cuando las reglas son claras, las decisiones se vuelven justas y la familia trabaja en paz.

3. Tercer Pilar: Saber Perdonar

El tercer pilar, basado en el Amor, tiene una expresión práctica indispensable: el perdón. Juan Pablo II lo decía con claridad: “No hay paz sin perdón.”

En las empresas familiares, los resentimientos y heridas del pasado son la principal barrera para llegar a acuerdos. Cuando no perdonamos: actuamos desde la amargura, perdemos objetividad, y nos desgastamos emocionalmente. Perdonar no significa olvidar; significa liberarse del peso del pasado para poder actuar con claridad hacia el futuro.

Perdonar es un acto de amor hacia uno mismo y una oportunidad de reconocer que todos somos diferentes y cometemos errores. Cuando perdonamos, recuperamos nuestra energía para enfocarnos en lo realmente importante: la continuidad del proyecto familiar.

4. Cuarto Pilar: Tener Esperanza

La esperanza es el motor que mantiene unida a una familia empresaria. Cuando iniciamos procesos de consultoría, una de las primeras preguntas que hacemos es: ¿Por qué desean seguir trabajando juntos? Las respuestas reflejan siempre un sueño común:

  • “Juntos podremos hacer crecer nuestro patrimonio.”
  • “Juntos podremos honrar la labor de nuestros padres.”
  • “Juntos podremos apoyarnos para alcanzar nuestras metas.”

Trabajar en familia nunca es sencillo. Pero la esperanza compartida —un futuro mejor, un legado sólido, una empresa exitosa— es lo que permite continuar incluso en los momentos difíciles. Las familias no fracasan por falta de amor… Fracasan porque no comparten un sueño común. La esperanza es precisamente eso: un sueño compartido por el que todos están dispuestos a trabajar y sacrificarse.

Conclusión: Construir la Paz sí es Posible

La paz no surge sola. Se construye, día a día, con acciones concretas. Si una familia empresaria trabaja conscientemente en estos cuatro pilares —Verdad, Justicia, Perdón y Esperanza— puede alcanzar la armonía necesaria para trascender generaciones. Siguiendo los procesos y reflexiones planteados en nuestro libro El Protocolo Familiar el cual puede adquirir en el siguiente link: El Protocolo Familiar guía práctica para su elaboración en 7 sesiones, tu familia podrá diseñar estrategias efectivas para trabajar juntos y en paz, logrando un legado fuerte, armónico y sostenible.